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Se dice —jocosamente— que los cubanos estamos en todas partes, en todos los sitios, todos los países, todos los hechos importantes... Esta afirmación tiene algo de real. En esta ocasión te contamos la historia de Servando Ovies, el cubano que estuvo en el trágico viaje inaugural del Titanic.

Cada abril el mundo recuerda uno de los mayores naufragios de todas las épocas: el hundimiento del RMS Titanic en su viaje de estreno, el que fuera, en su momento, el mayor barco de pasajeros del planeta.

A los cubanos nos atrae el alarde y la exageración tanto como el choteo. Decimos que hay cubanos en todas partes, y puede que sea esta una afirmación con un 99% de veracidad.

¿Cubanos en todas partes? Bueno, al menos en aquella nefasta noche de abril de 1912, sí que había un cubano a bordo del gigantesco Titanic. Al menos uno de los más de 2.200 pasajeros del barco era un cubano. Habanero por más señas.

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Un cubano en el Titanic

Servando José Florentino Ovies Rodríguez —según los datos de la Enciclopedia Titánica— tenía 36 años y vivía en la capital cubana como trabajador del negocio familiar de importaciones Rodríguez & Co.

En La Habana estaban su mujer: Eva López del Vallardo —quien, tras la muerte del marido, reclamó 75.000— y su hijo, Ramón Servando. 

Servando José Florentino Ovies Rodríguez tuvo mala suerte, pero pasó a la historia como el cubano del Titanic, el mayor trasatlántico de la época, un barco de ensueño signado por la tragedia.

Las informaciones parecen coincidir en que Servando estaba de vacaciones en Europa —en Fracia, para ser más exactos— y quiso regresar a La Habana vía Nueva York.

Ya saben cómo somos los cubanos. Era el viaje inaugural del barco más grande del mundo, Servando tenía dinero para pagar el viaje en primera clase y, de haber llegado a casa, en la capital cubana, se hubiese ufanado de su experiencia marítima a bordo del buque más famoso de la época.

El Titanic zarpó del británico puerto de Southampton y, en la escala de Cherburgo, fue donde abordó el cubano Ovies con boleto PC 17562. Imaginamos la contentura de Ovies al instalarse en un cómodo camarote destinado a la clase más pudiente.

Pero sucedió la tragedia, y Ovies no subió a uno de los botes salvavidas. Su cuerpo fue hallado el 15 de abril de 1912 y, para su clasificación, obtuvo el número 189 entre los cadáveres rescatados tras el naufragio.

Es una triste historia la de Servando, el cubano del Titanic, pero quizás, si lo tomamos de la manera más optimista posible, podríamos decir que los cubanos estamos en todas partes.

Cubanos en el cosmos, cubanos en las torres gemelas, cubanos (médicos, maestros, científicos o militares) en cientos de países, zonas de conflicto o desastres…

Así somos. Vivimos en una isla, pero pertenecemos al mundo entero. Nada nos es ajeno. Somos cubanos.

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