«Después del ciclón no había vuelto a ver ni un plátano, es demasiada la escasez» asegura Juana María Cárdenas, una enfermera que perdió el característico atuendo decabeza, luego de un halón de pelos mucho antes de acercarse siquiera almostrador.
Eusebio Ramos, maestro jubilado reflexiona acalorado: «Es doloroso que tengamos que pasar por esto, para comprar comida, si quienes nos dirigen tuvieran que vérselas negras como nosotros, para comprar unas lechugas o un pedacito de carne, no sellenaran la boca para hablar tantas idioteces.»
Algunos madrugaron desde bien temprano. Otros, como Dinora, viajaron desde Cifuentes, un municipio agrícola por tradición, para comprar en la capital provincial lo que allá no se consigue. Y entre esos productos están viandas como los mencionados plátanos burros, o verdaderas novedades como tomates a 8 pesos la libra (un cuarto dedólar, en un país donde el salario promedio es de 28 dólares al mes), o sardinas a 10 pesos lata, algo que generó una cola de más de 120 metros y no pocas broncas.
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Otros en cambio, se conforman con las croquetas de PescaVilla, la más económica de las opciones para quienes no pueden pagar los altos precios de la oferta y la demanda. «¿Tú crees que a mí no me gustaría tener un pedacito de carne de puerco en la mesa?», pregunta una abuela que tendrá que conformarse con ese alimento este 31 de diciembre, si no logra vender más jabas artesanales, porque sumensualidad de 230 pesos (9 dólares y 20 centavos) no le alcanza para más.
Yandi, fue uno delos que perdió la compostura y la billetera también en medio del tumulto «les gusta vernos así, matándonos por comida, no ponen ni un policía ni nadie que organice esto», se lamenta de la mala ordenación de la feria agropecuaria, mientras intenta distinguir entre la turba al carterista que le llevó su billetera.
Otra joven que pidió no ser identificada aseguró que esta feria se hace con el objetivo de calmar un poco los ánimos populares bastante caldeados en un momento de gran incertidumbre socioeconómica en el país. «Nos dan estas migajas para anotarse puntos y sacarle un poco de presión a la caldera, es la vieja política romana de pan y circo, pero ya no funciona, porque no hay de nada.
Hasta infartos se vieron en el mercado de Buen Viaje de Santa Clara, un anciano de 72 años sufrió un fuerte dolor en medio de la aglomeración y debieron transportarlo de inmediato a la zona hospitalaria, como podemos presenciar en el siguiente video.
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