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El extraño bar cubano donde el famoso escritor degusta cada tarde su trago favorito.

Ernest Hemingway no ha muerto, allí, en la barra que más ha visitado en la capital cubana, otra vez, ve pasar las horas el célebre, mientras los clientes piden para él un delicioso cóctel.  

Y es que para los cubanos sigue “vivita y coleando” el alma y  el legado de Hemingway en La Habana, esa hermosa ciudad del Caribe. Es por eso que  se las ingeniaron para hacerlo volver a su bar preferido, El Floridita, a degustar el trago de siempre. 

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Esto es posible porque en el establecimiento existe una estatua en tamaño natural de Hemingway, de quien se comenta que además de un gran novelista fue, en vida y en Cuba, un bebedor exquisito. Moldeado en bronce, de cuerpo entero, el autor de ¿Por Quién Doblan las Campanas?, degusta su daiquiri. Cada día los camareros de este establecimiento sirven uno bien remozado para el Nobel. 

Dicha estatua corresponde al escultor cubano José Villa Soberón, quien argumenta que se basó en varias fotografías y retratos. Considera un orgullo este trabajo dedicado a un gran amigo de su país. 

El daiquiri, ese trago que aún degusta Hemingway en el Floridita  se prepara a base de ron, limón, marrasquino y azúcar y el mojito, otra famosa bebida cubana con hierbabuena.

Además de este bar, el escritor y sus amigos, entre los que se podría mencionar a  visitaban la Finca Vigía, una propiedad en las afueras de La Habana donde se dice que fue escrita la obra "El viejo y el mar".

En el Restaurante-Bar Floridita también se rompió un  récord Guinness al preparar, sus camareros y camareras, el Daiquirí más grande del mundo.

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