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En la intersección de tres importantes arterias urbanas de la urbe capital de Villa Clara, se levanta una estructura metálica que recuerda al simpático asno.

En la intersección de tres importantes arterias urbanas de la urbe capital de Villa Clara, se levanta una estructura metálica que recuerda al simpático asno. Tales vías perdieron su nombre porque todos van o regresan de la zona bautizada como del "burro Perico".
El animal en cuestión vivió parte de la primera mitad del siglo XX en esa localidad ubicada a 300 kilómetros al este de La Habana y cuentan quienes le conocieron que en un inicio tiraba de un carretón con helados.

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Un buen día, su dueño adquirió un camión y le dio la libertad. Entonces, empezó este a labrar su propia historia pues recorría la urbe para convertirse en amigo de los niños y reclamar su pan en las puertas de las viviendas.
Así comenzó la leyenda de Perico, del cual se dice que estuvo preso una vez por pastar en el parque central, acusación que no prosperó porque el animal era, sin dudas, la mascota de Santa Clara.

Muchos recuerdan cómo bebía abundante cerveza, su popularidad en el desfile de carnaval con la comparsa "Los Pilongos" o cuando estudiantes, contrarios al gobierno de turno colgaban del lomo del manso cuadrúpedo carteles políticos.

Al morir el célebre rucio, el 26 de febrero de 1947, pequeños y adultos llevaron flores, un senador de la República despidió el duelo y la noticia del fallecimiento quedó impresa en el The New York Times.

Por eso al andar de más de medio siglo la imagen de Perico irrumpe graciosa en la vida de los pobladores santaclareños, quienes lo rescatan cada día convertido en leyenda y en una escultura metálica colocada en la intersección de calles muy transitadas.

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