Siempre que se acerca un huracán a Cuba, las Empresas de Servicios Comunales de los municipios que se verán afectados, deciden la tala de los árboles que pueden caer por la fuerza de los vientos.

Esto no es algo que debe hacerse, sin duda, hay que tratar de evitar que los árboles afecten construcciones, viviendas o hasta vidas humanas con su caída.

Pero la tala, debe ser una tala responsable. Y eso es precisamente lo que no se hace. Casi siempre la apremiante llegada de un huracán es la razón que se emplea, pero no siempre el objetivo es solo evitar que los árboles al caer generen afectaciones considerables.

A veces los objetivos, no declarados, son otros, como fue en el caso de ciudades como Santa Clara y Guantánamo, donde se podaron indiscriminadamente los árboles de sus parques principales con la finalidad de ahuyentar a la fauna de aves que habita en ellos.

El resultado fue una desmesurada tala de árboles con muchos años de antigüedad, que dejaron prácticamente despoblado los parques.

La más reciente «poda» en parques de estas dos ciudades, se ejecutó al 50 por ciento y no al 20 como se declaró que se haría.

Según declaraciones de Gerardo Begué Quiala, biólogo y subdirector de la Unidad provincial de Servicios Ambientales (UPSA) en Guantánamo al periódico Venceremos, esta «fue una decisión carente de rigor técnico. Para podar cualquier árbol hay que analizar la composición de su sistema dendrítico, estudiar la formación de sus ramas y seleccionar las que deben cortarse o no».

Por un lado, la afectación a la flora, y por otro, la consiguiente afectación a la fauna que habita en ella. Desde hace más de treinta años, la Asociación Cubana de Protección a Animales y Plantas (Aniplant) aboga por implementar una ley de protección animal en Cuba. Todavía no existe. Por tanto, queda impune este maltrato a las aves. No hay ni ley que las proteja.