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El polvo en el aire genera un “ambiente sumamente hostil” para el desarrollo de huracanes. El aire proveniente del Sahara llega cargado de calor, pero también de una muy baja humedad relativa.

Varios meteorólogos cubanos han señalado la notable ausencia de ciclones tropicales en lo que va de temporada. Tal ausencia se debe, dicen, a un impensado aliado.

Se trata del polvo del Sahara que atraviesa el océano Atlántico y llega al Caribe.

Según Eugenio Mojena, especialista del Instituto de Meteorología cubano y citado por Granma, la presencia de polvo del desierto en el aire inhibe significativamente la formación de huracanes que suelen nacer cerca de las costas occidentales de África y asolar las Antillas en los meses de verano.

El polvo en el aire genera un “ambiente sumamente hostil” para el desarrollo de huracanes. El aire proveniente del Sahara llega cargado de calor, pero también de bajísima humedad relativa, aclara Mojena al periódico Granma.

En lo que va de julio y la primera mitad de agosto, ha existido una calma impresionante en materia de huracanes. Ni siquiera se han desarrollado depresiones tropicales. En lo que llevamos de temporada ciclónica solo se han formado Andrea (mayo) y Barry (julio).

Pero los expertos advierten que la paz podría terminar en los días y semanas por venir.

Muchos huracanes o ciclones, se forman cerca de las costas de África, cruzan el Atlántico y golpean las Antillas.

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La nube de polvo, ¿buena o mala?

Sin embargo, el polvo del Sahara no solo tiene aspectos positivos.

Varios medios han reportado la presencia de una amplia nube de polvo del Sahara sobre la región del Caribe. Aunque ese flujo de aire seco aniquila a los ciclones “en su cuna”, también representa una amenaza para los seres humanos.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), dicho polvo disminuye la calidad del aire respirable e incentiva enfermedades como el asma, entre otras.

Desde el Sahara llegan, cada verano, millones de toneladas de polvo hasta América.

El verano, nube de polvo incluida, incrementa la incidencia de enfermedades cardiorrespiratorias, alergias, asma, broncoespasmos, etc.

La OPS sugiere usar protectores respiratorios como pañuelos o, mejor, mascarillas, pero este es un consejo desoído por casi el total de la población.

El polvo del Sahara también afecta a los arrecifes coralinos, pues transporta un hongo endémico de África que provoca la enfermedad de los corales.

A esto se suman plagas transportadas por el viento a través de miles de kilómetros que pueden dañar sembrados de arroz, frijoles (básicos en la dieta del cubano), frutales, caña de azúcar, entre otros cultivos.

El polvo del Sahara recorre más de 6.000 kilómetros hasta llegar a Cuba. Se calcula que cada año llegan, casi imperceptiblemente, miles de toneladas de ese material y quedan sobre el territorio nacional.

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